Hace unos años, escuché a un arquitecto asegurar que en el futuro el
lujo más inaccesible para un habitante de una gran ciudad no sería el
espacio, sino el silencio. Introducción del blog La Ciudad Invisible
Si
hablar de la realidad ya es inquietante, hablar de lo invisible lo es
aún más, partiendo que es necesaria la existencia de lo real o visible
para que pueda existir lo invisible. Muchas veces, frente a nuestros
ojos hay una realidad que para algunos es invisible a pesar de percibir
claramente su existencia. Otros simplemente niegan la existencia de un
hecho o lo adjetivan sin siquiera estar presente en el espacio que
niegan, es decir lo invisible para ellos es fruto de su propia decisión y
se hace hasta lo imposible por convencer de esta invisibilidad creada
por iniciativa propia. Y si a la invisibilidad la trasladamos a la
ciudad lo primero que viene a la mente son los textos de Italo Calvino:
“¿Qué es hoy la ciudad para nosotros? Creo haber escrito algo como un
último poema de amor a las ciudades, cuando es cada vez más difícil
vivirlas como ciudades. Tal vez estamos acercándonos a un momento de
crisis de la vida urbana y Las ciudades invisibles son un sueño que nace
del corazón de las ciudades invivibles”. “A este emperador melancólico
que ha comprendido que su ilimitado poder poco cuenta en un mundo que
marcha hacia la ruina, un viajero imaginario le habla de ciudades
imposibles, por ejemplo una ciudad microscópica que va ensanchándose y
termina formada por muchas ciudades concéntricas en expansión, una
ciudad telaraña suspendida sobre un abismo, o una ciudad bidimensional
como Moriana”. Y Alguien comenta en un blog: ¿Una Ciudad Invisible?
¡Qué idea tan cruel! ¿Cómo ocultaremos entonces nuestras malas
intenciones?
En el blog La Ciudad Invisible-la más habitable de todas
las ciudades- se dice que lo que nos es familiar se convierte en
invisible y que hacer teatro, al contrario, ilumina el escenario de
nuestra vida cotidiana, y yo añadiría que el arte es como el reflector
que le da sentido y certeza a lo invisible. En el blog Cuaderno de
Bitácora de la Ciudad Invisible leemos una frase inquietante: “Con el
desembarco en toda regla, de los rayos de sol sobre la cubierta de esta
nave errante, nuestro cuerpo muda de piel…lejos de parecernos a reptiles
falsos y peligrosos, nuestra epidermis torna a membranosa y nos
sumergimos en las profundidades para continuar en pos de la utopía…”
donde sólo nos resta darle visibilidad al cuerpo o a la utopía. Néstor
García Canclini en la Ciudad Invisible, la Ciudad Vigilada nos dice:
“¿Cómo nos arreglamos para vivir a la vez en la ciudad real y la ciudad
imaginada? Todas las ciudades presentan una tensión entre lo visible y
lo invisible, entre lo que se sabe y lo que se sospecha, pero la
distancia es mayor en las megalópolis. La primera oscilación entre lo
visible y lo invisible se muestra como tensión entre la ciudad
experimentada físicamente y la ciudad imaginada. Nos damos cuenta de que
vivimos en ciudades porque nos apropiamos de sus espacios: casas y
parques, calles y viaductos. Pero no recorremos la ciudad sólo a través
de medios de transporte sino también con los relatos e imágenes que
confieren apariencia de realidad aun a lo invisible: los mapas que
inventan y ordenan la trama urbana, los discursos que representan lo que
ocurre o podría acontecer en la ciudad, según lo narran las novelas,
pelí¬culas y canciones, la prensa, la radio y la televisión. La ciudad
se vuelve más densa al cargarse con fantasías heterogéneas. La urbe
programada para funcionar, diseñada en cuadrícula, se desborda y se
multiplica en ficciones individuales y colectivas. Esta distancia entre
los modos de habitar y los modos de imaginar se manifiesta en cualquier
comportamiento urbano. Pero quizás es en los viajes donde irrumpe con
más elocuencia el desajuste entre lo que se vive y lo que se imagina.”.
El aporte al surrealismo, la corriente iniciada por André Breton, de
René Magritte tuvo rasgos propios. Magritte intentó despertar la
atención respecto a las cosas visibles y su relación con la
invisibilidad. Las cosas no son únicamente lo que está allí, son también
vehículos o instrumentos de una acción pensante. El pensamiento, según
Magritte se nutre de imágenes o más exactamente la imagen es lo que hace
visible el pensamiento. El hacer visible lo invisible es la gran misión
de la creación artística.
Escrito por Armando García Orso en su blog: Estructuras de la memoria. Apuntes en la ciudad.
sábado, 1 de septiembre de 2012
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